Nacho (26/09/2017)
Buenas, soy Nacho. Este fin de semana me he despedido ya de la playa por este año y he estado en dos playas distintas haciendo nudismo, como hago desde 2003. Podéis leer mi primera vez en esta web (20/03/2011). Vivo en Sevilla, por lo que tanto las playas de Huelva como las de Cádiz me pillan igual de cerca.
El sábado estuve en Rompeculos (Huelva) y resulta que me encontré con un chaval que conozco, aunque no mucho. Yo estaba desnudo paseando y él estaba con dos amigos, los tres con bañador. Yo no me di cuenta de que era él hasta que lo tuve muy cerca y al verme me miró, pero no dijo nada. A lo largo del día estuve paseando, a veces por delante de él, no para exhibirme, sino porque me gusta dar paseos por la playa y él estaba cerca. El caso es que cada vez que pasaba me miraba, hasta que le miraba yo y entonces desviaba la vista.
Un rato después veo que dos de los tres, entre ellos él, se quitan el bañador, pero cada vez que iban al agua o se levantaban para algo se ponían las manos en el paquete para taparse, lo que me resultaba bastante ridículo. Y luego me di cuenta de que cada dos por tres estaba mirando hacia donde yo estaba. Parecía sorprendido, pero yo estaba con total naturalidad y él no. Peor para él.
Y el domingo fui a El Puerto de Santa María, a la playa de Levante. Estando desnudo andando por la arena se me acerca un hombre joven y empieza a hablar conmigo de lo atrevido que era, que a él le gustaría hacer nudismo pero no se atrevía por la gente que pasaba y tal. Yo le dije que a mí la gente me da igual, que el que no quiera mirar que no mire, y el que quiera mirar que disfrute de lo que ve. Luego no hacía más que mirarme el pene y decía que era lógico que no me diera vergüenza porque lo tenía grande, que él tenía complejo. Así que le expliqué que eso daba igual, que en una playa nudista se ve de todo y nadie tiene que sentirse acomplejado.
Al final me dijo que se iba a animar y que volvería más tarde, que después de hablar conmigo no le daría tanto corte. Se fue no sé dónde. Yo pensaba que era para dejar al perro que llevaba y volver solo, pero cuando volvió lo hizo en bici y con dos perros en lugar de uno. Llegó, dejó la bici y los perros junto a unas dunas y se quitó el bañador y fue corriendo al agua. Me hizo gracia porque tenía el culo blanquísimo. Cuando salió me dijo que le había encantado y ya desnudos los dos seguimos hablando un rato (él seguía mirando mi pene de vez en cuando), hasta que me tuve que ir.
He pensado que a lo mejor toda la historia de la vergüenza por el nudismo era un cuento y que lo único que quería era estar con otro tío desnudo muy cerca, aunque su culo tan blanco me hace pensar que realmente nunca había hecho nudismo. En cualquier caso, si ese rato conmigo le ha hecho desinhibirse un poco y perder el miedo al nudismo, pues por mí genial.
Al final, la clave, tanto en mi anécdota de la playa de Rompeculos como en la de El Puerto es la NATURALIDAD.
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