Una experiencia desde el Río de la Plata

Anécdotas sobre el nudismo y naturismo: Una experiencia desde el Río de la Plata

María (18/10/2010)

Hace unos años encontré un lugar nudista donde se combina lo naturista con lo nudista, es la playa Chihuhua en las cercanías del Punta del Este (Uruguay), a un poco más de 100 kilómetros de la capital de ese bello país. Llegué como de casualidad y lo que me gustó de entrada es el respeto y la seguridad. Se pueden dejar todas las pertenencias en la playa y salir a caminar por kilómetros. Un chiringuito satisface las necesidades de comida y bebida, y el bañero da seguridad en las normalmente poco agitadas aguas, que están a buena temperatura.

Es muy común ver parejas o personas solas o en grupo y que luego de instalarse en la playa vayan tomado coraje y se van sacando la ropa de apoco, luego de un lógico, para mí, proceso de acostumbramiento. Eso hace que haya una mezcla textil-nudista en esta playa. Que conviven sin molestarse. Ver en grupos de gente uno o unos desnudos, una en top less y otra en malla es algo común. El respeto impera y se pude decir que hay como sectores determinados por finos y sutiles límites virtuales, un sector naturista-textil, una bien naturista en proximidades del quincho (chiringuillo), un sector de hombres.

Llegué un día de manos de mi marido, y desde entonces hace ya unos diez años tratamos de pasar algunos días en el año, en medio de una naturaleza plena de árboles y pájaros.

Para los que no son de estas tierras, les comento que la desnudez en las playas no es algo común, ni siquiera el topless está difundido ni permitido. El pudor con que somos edecuadas las argentinas hasta nos impide ir o circular desnudas en el vestuario de un gimnasio, club o pisicina. Duchas individuales, cambiadores y circular envueltas en la toalla es lo común. Los hombres no, entre ellos andan en cueros sin drama.

Por lo que sacarnos la malla, el bañador, en público es muy tabú, por ello es que quizás las más mayores como yo disfrutamos del topless mientras nuestros maridos disfrutan su desnudez junto a nosotras.

Si van de mañana antes de las 9 ó 10 posiblemente disfruten de una hermosa soledad que llama a la meditación sobre uno mismo.

En definitiva, paz, contacto con la naturaleza, mucho respeto y nudismo, ¿que más?