Pedro (08/06/2010)
Estaba entregando unos documentos de la oficina, listo para unos quince días de descanso, cuando me encuentro con una amiga. Se llamaba María y era dibujante, y se sorprendió al verme a los años. Bueno, después de hablar un poco me preguntó si quería ser su modelo de un nuevo dibujo. Yo acepté y quedamos en que iría a su casa para hacerlo. Al llegar, ella ya tenía todo listo y me dijo qué clase de dibujo quería hacer. Era un desnudo y me preguntó si lo iba a hacer o no. Yo dudaba, porque yo tengo 31 años y mi amiga unos 43, e iba a verme despelotado, pero como en la oficina le dije que sí, no hubo que hacer. Fui a la habitación de arriba, me desnudé y bajé cubriéndome mis partes privadas. Me pidió que me sentara en una silla de perfil y que no me cubriera, ya que como era artista no era el primer hombre que ella veía desnudo. Me dijo cómo debía posar y así pasé una media hora y perdí la vergüenza. Tanto así que no me vestí cuando descansé por unos quince minutos. Fue muy agradable, hasta que fui al baño por un momento y, mientras estaba allá, una compañera del trabajo llegó porque ella y mi amiga eran amigas. Cuando volví, yo sin enterarme de su llegada, me vio desnudo. Yo quedé pasmado por unos tres minutos antes de volver a cubrirme con las manos y subir a vestirme, claro, cubriéndome las nalgas para que haya algo que ella no haya visto de mí. Pero me agradó la sensación de estar desnudo. Lo intentaré en casa.
Anterior: Senderismo nudista
Siguiente: Desnudo en casa