¡Yo he sido un mirón!

Anécdotas sobre el nudismo y naturismo: ¡Yo he sido un mirón!

José Andrés (18/01/2009)

Nunca pensé que iba a decirlo tan abiertamente, pero es que las palabras de Iñaqui parece que me hubieran descrito:

He sido un mirón durante tres veranos. Me acercaba a una playa nudista cercana al lugar donde veraneaba y, unas veces medio agazapado entre la vegetación -como disimulando-, y otras veces paseando «distraído» por la orilla, trataba de saciar mi curiosidad… Una curiosidad cargada de envidia, pues en el fondo no hacía sino palpar la normalidad de un ambiente que solo en mi cabeza era morboso.

En alguna ocasión, me quitaba el bañador y me tumbaba (siempre boca abajo -jejeje-) para continuar mirando. En una de esas llegó un hombre mayor, se puso como a dos metros de mí, se desnudo, y se dirigió a mí con toda normalidad a charlar… Viendo que la charla se alargaba, empecé a sentir más vergüenza (e incomodidad) de estar así tumbado para dialogar que de estar desnudo, y me senté. El hombre (Vicente, un saludo si me lees) era encantador, de esas personas con las que es fácil que se te pase el tiempo sin darte cuenta. Llegué a olvidar -os lo aseguro- que estaba desnudo, y perdí la curiosidad por el entorno. Llegó un momento en que se levantó para ir a bañarse, y soltó un «¿no vienes?» que me hizo volver a la realidad. Me disculpé diciendo que me iba ya y que quería seguir seco, pero quedamos para el día siguiente. Volví al día siguiente, decidido a no usar el bañador ni comportarme de forma antinatural… ¡todo un éxito!

Lo único que me faltaba era palpar la normalidad y naturalidad de lo que había imaginado antinatural y morboso. Lo único que me faltaba era un Vicente o un Iñaqui que me vieran con la misma normalidad con que nos vemos entre los nudistas y me lo hicieran experimentar.

Nunca después he vuelto a usar el bañador para estar en la playa.

Gracias, Vicente. Y en nombre de otros: gracias, Iñaqui.