Paddlespanting

Anécdotas sobre el nudismo y naturismo: Paddlespanting

Xouba (16/07/2002)

Erase una vez… un domingo cualquiera, -aunque casi mejor que fuera este último domingo- cuando disfrutando de un estupendo día de playa (pongamos la de Baroña) y estirando las piernas en un agradable paseo en compañía de un amigo, nos encontramos con unas habituales compañeras de playa, las cuales un tanto enojadas nos comentaban – bien alto para que se diese por enterado- lo molestas que estaban con un individuo que descaramente casi se había ido a acostar entre sus piernas (sobra decir que estas compañeras estaban desnudas, y al individuo solo le faltaba la corbata).

Ante tal descaro por las voces que profelian las compañeras el individuo en lugar de darse por aludido limitábase a sonreir e intentar agradar, cosa que producía un efecto totalmente contrario.

De vuelta a la toalla y comentado el caso a nuestas parejas y compañeros de toalla decidimos emular al Sr. Presidente del Estado Español y jugar a las palas playeras (versión gallega del paddle inglés que practica el mentado).

De repente y cuan tiburón playero se tratase, aparece él: el individuo. Camisa, bermuda roja, y tolla anudada al cuello (sofocaba solo verlo, con el calor que hacía). Merodeaba entre el gentio buscando presa fácil. Y la encontro. Con el infortunio que se trataba de la pareja de un servidor y de su compañero de palas. El descarado tiburón playero volvia a tomar rumbo a la entrepierna de las victimas que tumbadas disfrutando del sol permanecian ajenas a la escena.

El bufido, la hinchazón de las carótidas, el pálpito en mi pecho, y el crujir de la madera de la pala en mi puño, debieron ser tan elevados, que mi compañero de juegos mucho más diplomático, comedido y (porque negarlo) educado se acercó al tiburón playero. Esperaba yo que en tono cordial le invitase a marcharse, cuando casi pegado a el (lo separarían no más de 10 cm.) mira hacia mí y pronuncia la palabra mágica: ¡¡Dale!!.

Ni corto ni perezoso, deje caer la bola contra mi pala y nos pusimos a pelotear haciendo que las palas y la pelota surcasen el «espacio aereo» del tiburón. Este, tan próximo debio ver el ataque o vio tanto peligrar su vida, que agachose rapidamente y comenzó a gatear fuera del terreno de juego. Afortunadamente mi contrincante y yo estamos verdaderamente duchos en el citado juego, más aún en las distancias cortas; así que no dudamos en «perseguir» a nuestro tiburón hasta fuera de nuestra jurisdicción. Eso sí, permitiendonos algún error y alguna carcajada que se veía acompañada y aplaudida por aquellos que contemplaban la escena.

A veces para dar una lección no hace falta explicarla con palabras, aunque aquí yo haya necesitado unas cuantas para ilustrarla. De todos modos, hay que señalar que ha resultado altamente efectivo, satisfactorio y poco conflictivo (pues si me dejo llevar por mis básicos instintos: la primera en la frente).

Creo que este verano hemos descubierto una nueva forma de luchar contra el vicio que algunos seres ¿»humanos»? tienen. Quiza debiera implantarse en más de una playa nudista el paddlespanting (en nuestra común lengua el: espantando a palazos).

¿Que os parece la idea?.

Un saludo.

Xouba Galega.